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15 de noviembre de 2011

Irak (o cualquier parte del Mundo)

Esta imagen es una de las que más me ha impactado de todas cuantas he visto realizadas en tiempos de guerra. No hay sangre, cadaveres o mutilados. La imagen tiene ya unos años pero no por ello pierde fuerza o deja de ser actual. Una imagen "simbólica del sufrimiento de la gente en una guerra complicada", así la describía Ruch Eichhorn, del jurado de la 47ª edición del prestigioso premio de fotoperiodismo World Press Photo, del que fuera obra ganadora. La imagen, captada por el fotógrafo francés de Associated Press Jean-Marc Bouju, muestra a un prisionero de guerra iraquí consolando a su hijo de cuatro años, y fue tomada en marzo de 2003 en un centro de detención del Ejército de EE UU en Nayaf, al sur de Bagdad

Fotografía de Jean-Marc-Bouju


"Los soldados decían que de acuerdo a sus regulaciones debían encapuchar a todos los prisioneros y atar sus manos. Cuando colocaron la capucha en el padre, el niño entró en un ataque de pánico, estaba aterrorizado y empezó a gritar y llorar sin parar, aferrándose desesperadamente a su padre" -relata Jean-Marc Bouju- "El padre tenía las manos atadas por detrás de su espalda con esposas de plástico. Se sentó con su hijo en la arena, y el niño todavía estaba llorando y gritando y en un determinado momento un soldado estadounidense se dirigió a ellos y cortó las esposas de plástico para liberar las manos del padre".

Junto a esta fotografía, Juan José Millas escribía en El País Semanal el 5 de diciembre de 2010:

YA OS VALE

"A medida que pasa el tiempo, y no solo por la publicación de los documentos secretos, se hace más evidente que la invasión de Irak, llamada impropiamente guerra, fue un crimen consciente y múltiple. Miles de civiles fueron asesinados o mutilados, cuando no concienzudamente torturados o placenteramente violados. Hombres, mujeres, adolescentes, niños, todos servían para hacerse el machote, para presumir de bíceps o de abdominales. Los autores de la masacre se encuentran todavía en libertad, cruzan fronteras sin problemas, descansan los pies en las salas de autoridades de los aeropuertos, escriben libros de los que obtienen sustanciosos anticipos, dan conferencias a precio de oro, y cuando se refieren al tema, lejos de mostrar arrepentimiento, aseguran que harían una y mil veces lo mismo, es decir, mil veces, amparándose en mentiras, bombardearían un país, mil veces destrozarían sus museos, sus edificios públicos, sus viviendas privadas, mil veces fundarían centros de tortura, mil veces azotarían a los prisioneros, mil veces les aplicarían descargas eléctricas en los genitales, mil veces, para disimular, pagarían las piernas ortopédicas de uno o dos niños, mil veces harían negocio con la reconstrucción de lo destruido, mil veces se llevarían a la cuenta corriente los beneficios del desastre. No hay psicópata asesino, en ninguna cárcel del mundo, capaz de alardear tanto de sus crímenes. Y como de muestra vale un botón, aquí tienen a un prisionero iraquí abrazando a su hijo en un campo de prisioneros de EE UU. Ya os vale, Aznar, Bush, Blair y compañía."

Una imagen vale más que mil palabras, dicen.
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